(Carrie- Brian de Palma (1976) vs Carrie- Kimberly Pierce (2013)).
Kimberly Pierce, la directora de la valiente Boys don´t cry (1999), nos ha traído este otoño una nueva versión de la incomprendida Carrie, basada en la novela homónima de Stephen King y sobre todo en la versión que ya realizara Brian de Palma allá por el 76.
La nueva Carrie es protagonizada por una jovencísima actriz de armas tomar y futuro prometedor llamada Chloe Grace Moretz, mucho más joven de lo que en su día fue Sissie Spacek encarnado a su Carrie, pero también mucho menos provocativa e hipnótica que ésta. El papel de la fanática madre religiosa, que en el original protagonizara la gran Piper Laurie, en el remake es encarnada por otra grande actual, Julianne Moore. Podemos decir, que estamos, por tanto, ante un remake encabezado por dos buenas actrices, que cumplen a la perfección sus respectivos papeles.
Ahora bien, es sabido, que las comparaciones siempre son odiosas y que los actores, por muy buenos que sean, no siempre pueden sostener ellos solos el peso de toda la película.
Si bien a la cinta de Brian de Palma, nunca la he considerado una gran obra, es cierto que si de algo estaba bien servida era de estilo propio y de personalidad inconfundible. De ahí que aún hoy día, Carrie sea considerada como una de las películas de terror psicológico más influyentes en el cine actual. ¿Quién no recuerda las primeras grandes obras de De Palma? Ese erotismo macabro a cámara lenta, esos largísimos travellings circulares, la innovación de incorporar la pantalla dividida para mostrar una misma escena desde varios ángulos, o de introducir la cámara lenta en los momentos de mayor suspense para incrementar la tensión...Todas estas características del cine de De Palma, se pueden observar en su versión del libro de Stephen King, y fue su forma de rodar lo que dotó a la película de un aura original. Y todo ello, es decir, todo lo mejor, es de lo que adolece la nueva versión de Kimberly Pierce.
Comenzamos por el principio de la cinta. En su película, De Palma comenzaba directamente con la angustiosa escena de la ducha, donde mientras la envolvente y melancólica música de Pino Donaggio acompañaba a los títulos de crédito, la cámara lenta de De Palma, mostraba un sugerente plano donde una chica solitaria se duchaba ajena a las risas y juegos de sus compañeras de instituto. La escena evocaba muchas cosas: erotismo, soledad, sin mostrar mucho más se podía captar desde un principio la historia del patito feo de su protagonista. Acto seguido, a la muchacha le bajaba la menstruación y la película comenzaba de forma contundente. En la versión de este año, su directora prescinde de este inicio para otorgarnos otro muy diferente, el de la aterrorizada madre de Carrie dando a luz a su pequeña; un principio que quiere provocar y mostrar de manera diferente cómo de crudo va a ser el futuro de su protagonista, pero que sin embargo, a mí me pareció como algo ya visto otras mil veces, algo carente de singularidad. La escena de la ducha en la nueva versión es plana y no sugiere nada, lo único que percibes, es que está rodada con más pudor, no mostrando desnudos y en que en esta ocasión, en la era de la tecnología, a la desdichada Carrie sus malévolas compañeras la graban con sus teléfonos móviles para ser carne de cañón además del ciberbulling.
La nueva Carrie, introduce escenas novedosas, procura alejarse de ser un remake que calque al 100% a la película que la precede, aunque es cierto que el guión sigue la misma estructura y hasta casi idénticos diálogos que la anterior. Sin duda, en lo que más se diferencia a la Carrie de De Palma, es en la escena de la masacre del baile, en donde Pierce se recrea de forma más explícita que De Palma, apoyada en los efectos especiales de última tecnología, para mostrar a una Carrie mucho más vengativa y sangrienta que en el 76, pero también más anodina, como si toda la fuerza psicológica de la historia se evaporara entre tanta sangre, tantos gritos y tanta destrucción. Si en la versión original, la escena podría durar unos cinco minutos, en esta otra se alarga hasta el cuarto de hora, sin dejar títere con cabeza.
Otra de las diferencias más destacable entre ambas cintas, es la reacción de la propia Carrie ante sus poderes telequinésicos. Mientras que la Carrie de Spacek parecía tener aunténtico temor ante la idea de lo que su cerebro era capaz de producir, la Carrie de Moretz parece verse encantada con tales poderes, sintiéndose como pez en el agua con ellos desde el primer instante. También la forma de retratar dichos poderes es muy distinta en ambas películas, ya que mientras que en el original eran mostrados con sutileza, sobre todo al principio, en el remake de nuevo se apoyan en el efecticismo más que en la sugestión.
Por último y volviendo a mencionar a sus actrices, si bien las protagonistas del film actual cumplen correctamente con sus papeles, se nos hace complicado olvidarnos se las protagonistas originales. Sobre todo en el caso de Sissie Spacek, con cuyos ojazos era capaz de provocar mucha más inquietud que el dulce rostro de Chloe Moretz, a la que veo demasiado guapa y moderna para hacer que consiga olvidarme de la enigmática Carrie de Spacek.
En definitiva, la nueva Carrie, aunque no llega a ser un despropósito sin duda, gracias a su reparto femenino, se queda en un simple producto hecho para adolescentes, 100% cine palomitero,, en contraste con la sugerente obra de De Palma, que apesar de sus carencias, sigue reinando por su indudable estilo como una de las mejores películas de terror de la historia del cine.