(Lunas de hiel- Roman Polanski-1992)
Probablemente esta sea una de las películas más impactantes y duras de asimilar que haya visto en mucho tiempo. Una historia cruel sobre la degeneración de una pareja hasta los límites más repulsivos para el ser humano, que deja un sabor amargo, a esa hiel que acompaña al título, una sensación de desconsuelo acerca de la pasión y del amor y cual fina es la línea que separa ambos de la depravación y del odio.
Sólo un director con la trayectoria cinematográfica y sobre todo vital de Roman Polanski, podría representar con tanta sinceridad y crudeza, una historia semejante. Protagonizada por su segunda mujer, una bellísima, joven y subyugante Emmanuelle Seigner, inmensa en su papel de Mimi y un oscuro y atormentado Peter Coyote, éstos componen una pareja cuya relación, es el núcleo central de la película, una historia descarnada sobre dos personas que, del amor platónico, pasan a la pasión más desbordada, de ésta a la depravación y al masoquismo, continuando con la dependencia para desembocar finalmente en la humillación y la degradación más absoluta de lo que un día pudo llamarse amor.
La película arranca en un crucero hacia la India, donde un insípido matrimonio inglés, Nigel y Fiona (Huhg Grant y Kristin Scott Thomas) ávido por salvar un matrimonio abocado a la rutina, conoce y traba amistad con la oscura pareja formada por Óscar, un paralítico escritor americano y Mimi, una espectacular bailarina francesa (Coyote y Seigner). Nigel, fascinado por la muchacha, se escabulle y adentra en la historia de la relación de la joven con el escritor, que este último le irá relatando en clandestinas reuniones a modo de catarsis. El joven inglés a pesar de escandalizarse por la descarnada descripción de las intimidades amorosas y sexuales de la extraña pareja, cada vez se sentirá más atraído por Mimi, hasta el punto de cuestionarse su matrimonio con Fiona.
De esta manera, mediante continuos flashbacks, Óscar va desgranando todo los detalles de su relación con Mimi, cómo la conoció y cómo se enamoró de ella al instante, el romanticismo casi infantil que nació en su primera cita, y cómo la pasión descontrolada va dando lugar paulativamente a la completa degradación emocional y física que acaba capturando a la pareja y aquellos que la rodean. Lunas de hiel, no deja de ser una historia de dependencias: la que sufre Mimi por Óscar, la que sufre Óscar por Mimi y en la que queda atrapado Nigel por este extraño matrimonio. Una historia de dependencias repleta de crueldad y locura y bañada de humor negro, en la que los roles de víctima y verdugo se van intercambiando durante todo el desarrollo de la historia. Y también es un relato lleno de contrastes:El de las primeras escenas de amor de los protagonistas con las últimas, es espeluznante y también el contraste entre las dos parejas, una tan anodina, tan normal, la otra tan macabra. Y sobre todo el contraste de sensaciones que inspira el papel de Emmanuelle seigner, tan joven y sensual, con esa cara de mala que siempre ha tenido, de dominatrix, pero a la vez supurando vulnerabilidad por todos sus poros, de diosa totalmente solícita y rendida a los pies de su dependencia, Peter Coyote.
Una historia enfermiza, con un final impactante, no apta para corazones y almas sensibles, o puede que sean precisamente éstas quienes más sientan con esta película.
Una de las más grandes, personales e incomprendidas obras de Polanski.
“- Tengo una mala noticia y una buena. Tienes parálisis permanente de cintura para abajo.
- ¡Qué bien!. Ahora, ¿cuál es la buena?
- La buena era esa. La mala, es que a partir de ahora, yo voy a cuidar de ti.”