lunes, 26 de noviembre de 2012

ADIÓS A UNA DE NUESTRAS ÚLTIMAS LEYENDAS: TONY LEBLANC


Nació nada menos que en el museo del Prado de Madrid, donde su padre era conserje y desde joven destacó por sus habilidades deportivas (triunfó tanto en Boxeo como en Fútbol), aunque a él lo que más le apasionaba era la actuación. Debutó en nuestras pantallas en 1944 con la película  "Los últimos de Filipinas" y se convirtió en uno de nuestros actores más famosos y queridos por el público durante los años 50 y 60, gracias a sus interpretaciones en películas como "Los tramposos" de Pedro Lazaga, "El día de los enamorados" de Fernando Palacios o "Las chicas de la cruz roja" de J. Salvia. Retirado del cine desde mediados de los 80 a consecuencia de una antigua enfermedad que lo deja casi inválido y a un accidente de coche en 1983, fue recuperado a finales de los 90 por el actor y director Santiago Segura, que le regaló el personaje del padre de Torrente en "Torrente, el brazo tonto de la ley" gracias al cual ganó el Goya al mejor papel secundario. A partir de entonces participaría en el resto de secuelas de Torrente y volvería a la televisión donde apareció en algunas temporadas de la serie "Cuéntame" como Servan, el quiosquero.

Ha fallecido el 24 de noviembre de 2012, a los 90 años, dejando un gran hueco vacío en el cine español.

HOY VOLVERÉ A VER LOS TRAMPOSOS...

(Carta escrita por Santiago Segura, uno de sus mejores amigos en los últimos años, desde que lo rescatara para el cine con Torrente en 1998) 

Fuente:http://cultura.elpais.com/cultura/2012/11/24/actualidad/1353791498_315425.html

"Conocí a Tony Leblanc en una televisión en blanco y negro, mi padre anunciaba —¡hombre, una película de Tony Leblanc!— creo que era El tigre de Chamberí. Notaba la admiración de mi padre en su voz, y aquello me parecía algo grande, pues solo le había oído ese tono hablando de Tyrone Power y Johnny Weismuller. Ese tipo divertido y caradura, castizo y chuleta, guapete y pícaro, pero sobre todo con buen fondo, me dejó fascinado. La admiración de mi padre se transmitió. Y empecé a admirar a Tony Leblanc, a ver todas sus películas.
Recuerdo haber visto en el Canadá, uno de los cines de mi barrio (quizás fue el Kursal) el Hombre que se quiso matar en un glorioso programa doble (la otra no la recuerdo). Tony en pantalla grande y en color me parecía aún más grandioso.
Hace poco un amigo que compartió conmigo los años de instituto me contó algo que yo no recordaba. En el patio del INB San Isidro en el momento más fructífero de mi carrera de cortometrajista en Super 8 le dije cuál sería mi sueño para realizar un primer largometraje: hacer una especie de James Bond a la española, con Tony Leblanc.
No lo recordaba, pero no me sorprende, me parece muy buena idea.
Muchos años más tarde recibí mi primer premio Goya por un cortometraje. Se lo dediqué a mis héroes, detrás de la cámaram a Berlanga y delante de ella, a Tony Leblanc. Él estaba allí esa noche, recibía un premio de honor a toda su carrera. Su hijo, para agradecer mi detalle, me llevó entre bambalinas a conocerle. Tony estaba muy nervioso pensando en su discurso y creo que ni me miró, solo miraba mi premio Goya y me pidió cogerlo (quería saber si pesaba demasiado y si podría sostenerlo sin problemas). Mientras tanto yo me tiré a la piscina (llevaba ya dos años planeando hacer Torrente) y le pregunté a Tony si querría volver al cine, me dijo que no, que ya no podía apenas andar, yo le dije que sería un papel de inválido en silla de ruedas. Entonces me miró y me dijo que entonces ya veríamos. Y así quedó la cosa. La puerta abierta.
Tres años más tarde, de la mano de Mariano Ozores, nos presentamos en su casa el productor de la película, Andres Vicente Gómez, y yo. Tras cientos de horas de cabezonería por mi parte y reticencias (lógicas) por parte de Tony, le convencí.
Actúa en la película y recibe un goya al mejor actor secundario.
Me adoptan y me convierto en parte de su familia.
Hacemos tres películas más, en las que Tony interpreta a dos tíos de Torrente y a su abuela. Pasamos cientos de horas discutiendo, hablando y riéndonos. Hablamos de cine, de la vida, del arte, del cine, de todo y de nada y otra vez del cine.
Planeamos en casa, mientras nos comemos unos pasteles, una aparición mítica en Torrente 5.
Y ahora me encuentro escribiendo una necrológica.
No me parece un buen final para esta historia. Así que esta noche veré por enésima vez Los Tramposos para seguir admirando a mi amigo."


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