miércoles, 3 de octubre de 2012

EL GRADUADO



Título original: The Graduate.
País: USA.
Director: Mike Nichols.
Reparto: Dustin Hoffman, Anne Bancroft, Katherine Ross.
Género: Comedia dramática.

Es curioso lo que me sucede con este clásico americano de los años sesenta, basado en la novela de Charles Webb. La vi por primera vez en mi adolescencia y entonces me gustó bastante, tenía, por tanto, un muy buen recuerdo de ella. La volví a ver hará unos dos o tres años y el buen recuerdo se tornó en decepción, aún así, decidí darle una nueva oportunidad hará un par de semanas, pensando que quizás no la había visto esa segunda vez en un buen momento, pero la decepción, lejos de evaporarse, aumentó aún más y a continuación os explico por qué.

La película nos presenta a Benjamin Braddock (Dustin Hoffman), un joven ventiañero y algo simplón, recién graduado de sus estudios universitarios que vuelve junto a su familia, para disfrutar de las vacaciones de verano y replantearse hacia donde quiere encarrilar su vida, ahora que tiene sus estudios finiquitados. Tras una fiesta de bienvenida en casa de sus padres, será seducido por la Sra. Robinson (Anne Bancroft), vecina y amiga de la familia, con la que inicia una tórrida relación. El verano transcurre y Benjamin cada vez se siente más vacío y desmotivado con la sociedad que le rodea, sin saber qué hacer con su futuro y con un affaire que no consigue llenarle. Todo cambia cuando conoce a Elaine (Katherine Ross), la hija de los Robinson, con la que comienza a salir a pesar de la oposición tajante de la madre de ésta.


La primera hora de la película considero que es excelente. Tiene ritmo y frescura. El personaje de Benjamin resulta gracioso, con su torpeza juvenil y una falta de experiencia entrañable al verse seducido por una mujer madura y atractiva como la Sra. Robinson. Ésta, muy bien interpretada por la mítica Anne Bancroft, resulta seductora y misteriosa, aunque dejando ver esa frustración que siente por todo, la cual la lleva a jugar con su joven vecino para echar un poco de sal a su aburguesada pero aburrida y desencantada vida matrimonial. Hay algunas escenas bastante memorables en esta primera hora, como por ejemplo, aquella en la que Benjamin quiere reservar una habitación en un hotel aleccionado por la Sra. Robinson; así como los cruces de escenas, en los que la cámara salta de una secuencia a otra entrelazándolas (de la habitación, a la piscina, de la piscina a la cama de los amantes...) bajo las canciones de la famosa banda sonora de Simon y Garfunkel.


Pero sin embargo, después de esa hora memorable y justo con la llegada del personaje de Elaine, la película comienza a caer en picado, volviéndose bastante noña, absurda y sin la chispa del principio. El personaje de Benjamin Braddock, que tan simpático nos había resultado en la primera parte, se vuelve cansino y aburrido y la historia de amor entre él y Elaine no termina de convencer, ya que por parte de él parece más una obsesión que otra cosa, como empeñado en que Elaine es su única vía de escape de ese mundo de hipocresía y apariencias que es el de sus padres y ella actúa dejándose llevar por él en todo momento, siguiéndole inexplicablemente la corriente, cosa que a veces nos chirría un poco... Incluso la Sra. Robinson pierde bastantes puntos en esta segunda parte, la amargura con la que dota al personaje, acaba por convertirla en un caricatura celosa y vengativa, perdiendo el sex-appeal que mostrara en un principio. Por no hablar de la escena final en la iglesia que resulta algo bochornosa... Aún así, también pueden rescatarse buenas escenas en esta segunda parte, todas ellas acompañadas por las canciones de la banda sonora, sobre todo, aquella en la que Braddock va en busca de Elaine a Berkeley, con el "Scarborough Fair" de Simon y Ganfunkel, o la larguísima escena en la que Benjamin va conduciendo acompañado de la mítica melodía de "Mrs.Robinson".


En definitiva, el total de la película, que pretendía ser una mordaz crítica a la sociedad burguesa americana de los sesenta (el "American way of life") y que al final consigue el efecto contrario: que te acaben cayendo mejor los padres que los jóvenes protagonistas, es bastante irregular y considero que lejos de poder considerarse una gran película. Aunque, no obstante, es un clásico del cine americano, y aunque sólo sea por la presencia de Anne Brancroft y la fantástica banda sonora de Simon y Grafunkel, se merece, al menos, un visionado.

"Mi vida es una pérdida de tiempo, es sólo nada"


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